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Las experiencias ultra en los Andes
se dan de tantas formas: a través de los paisajes, la historia, pero -más que todo- por medio del movimiento, recorriendo las rutas menos transitadas. Y de eso se trata (en parte) el trail running, la práctica de correr por trochas entre la naturaleza más impactante y reconectarse con la inmensidad de todo lo que nos une (y algo tan esencial para lo que nos toca vivir).
Los Andes conforman una de las tres cadenas de montañas más significativas del mundo; son la columna vertebral del oeste sudamericano, escenario de caminos y grandes aventuras entre glaciares. En el Perú, además, se viven vestigios de otras épocas, con centros arqueológicos en todas las regiones andinas, en las que destacan el Cusco y Áncash.
Pero el asunto no se queda allí, pues a lo largo de todo el país se evidencian dos hechos concretos: la cordillera comienza cerca (por lo que hay Andes costeños y amazónicos), y que el running se puede practicar entre estos cerros vecinos, si no se quiere -o puede- ir tan lejos.
Aquí es donde la realidad geográfica y la voluntad se unen.
Ultra Trail Cordillera Blanca (UTCB)
A comienzos de la década de 2010, se inicia el auge de las carreras de montaña en el país, entre paisajes naturales fuera de Lima-capital. La Cordillera Blanca no fue ajena a este fenómeno, y desde 2014 se organiza una carrera que parte desde Huaraz y por categorías de 12, 25 y 50 kilómetros. Fluctúa entre los 3300 y 4550 msnm, allí donde las nubes imprimen una sombra directa sobre los Andes.
Estas hazañas más allá de los 2000 msnm se consideran sky running, por la mayor cercanía al cielo (o la sensación de tenerlo más próximo). En la sierra de Áncash, las relaciones con la montaña se intensifican a través de los nevados, la luz pura y los rastros del Qhapaq Ñan, o el gran camino inca, que cruza por los callejones de Huaylas y Conchucos, donde hay secciones puestas en valor que se unen con Huánuco Pampa, importante ciudadela inca.
El desafío de las alturas contrastantes fue uno de los motivos por lo que se creó la carrera UTCB. Esa experiencia. No se trata de competir con los demás, sino de que cada quien busque su propio récord y expanda sus límites en situaciones extremas de exigencia física & mental. Al final, es un diálogo con uno mismo y las enseñanzas del entorno.
No solo running
En Huaraz y a lo largo de todo el Ultra Trail, se ha complementado al turismo interno y los circuitos ya existentes de deportes de aventura, tal como la escalada en roca, que se dan mucho en otras partes de Áncash —Caraz & Carhuaz, por ejemplo—, flanqueadas por imponentes nevados y localidades cercanas al parque nacional Huascarán.
En tiempos prepandémicos la carrera formaba parte del Festival del Andinismo, en el que también había una mezcla de tradiciones locales -comida, danzas, música- con turismo deportivo: bicicleta en downhill y aventuras como el aerotlón, que involucra ciclismo + parapente + correr, son solo un par de las tantas actividades que suceden durante esos días.
Hasta la fecha, en el Ultra Trail han participado personas de 25 diferentes nacionalidades, todas partes del Perú y un creciente número de ancashinos, pues allí está consolidándose la cultura del atletismo de montaña.
Todavía no llega a ser como en el valle del Mantaro, Junín, de donde provienen varios de los mejores fondistas del país, pues desde hace casi una década hay escuelas especializadas para corredores. No es el caso de Áncash; ni siquiera en la capital, Huaraz, hay un espacio deportivo para que se congreguen adultos y jóvenes; atletas de élite y principiantes.
Esperemos que eso no tarde mucho en cambiar.
“La era del deshielo” (ya comenzó)
Lo que sí se está haciendo es ampliar otras causas sociales; por ejemplo, el medio ambiente, entre los estudiantes de los colegios de la zona, pues en el Perú se halla el 71% de los glaciares andinos… O se encontraban: desde 1962, más de la mitad de estos han desaparecido y tal vez ni existan en 150 años.
Y es una triste tendencia climática que se ve desde la Patagonia argentino-chilena hasta Colombia, siendo Áncash una de las regiones más afectadas por la deglaciación: los nevados se derriten, la roca se acidifica, las lagunas se rebalsan; a veces de a pocos y, también, de golpe. Lo cual genera desgracias repentinas para la gente: muertes y accidentados, casas y sembríos recubiertos de agua y lodo, e incertidumbre sobre el amor (u odio) de dios.
Estos cambios también conllevan a reacciones impredecibles: hace algunos años (2009-2010) se pintaron de blanco -con una fórmula secreta- algunos nevados en Ayacucho y Áncash para impedir la progresiva desaparición de la nieve; mientras que en 2015 el montañista Saúl Lliuya demandó a la empresa alemana de energía RWE por su contribución al efecto invernadero. Sin embargo, estos hechos aislados son más simbólicos que determinantes.
Desde que se realiza el Ultra Trail, año tras año, se ha notado la glaciación cada vez más escasa del imponente nevado Churup (5495 msnm), aunque no a los niveles trágicos del Pastoruri (5240 msnm), ya un caso emblemático de cómo agoniza el sistema de glaciares en los Andes. El Churup y otras montañas nevadas por los que atraviesa la carrera de trail running demuestran un problema urgente, pero irresuelto (ni con plan de acción inmediato).
Hoy, para tratar de preservar a estos apus tutelares, estabilizadores del clima y tanto más, no solo basta con la denuncia, sino en seguir pensando en soluciones que puedan aplicarse pronto, las cuales surgen desde la naturaleza; entendiendo de que somos parte de ella, moviéndonos dentro de su lógica y dialogando con las montañas. Luego, sigue el entramado de diálogos humanos, con autoridades e instancias…